E.P. Nº61 Gabriela Mistral

Compartimos la historia de Alan Lamberti que comenzó como la de un niño que sueña ser un Bombero, como a muchos nos ha ocurrido en nuestra infancia, pero en su caso, ese sueño se volvió realidad.

Desde muy chico, tan solo con 12 años empezó a ir al Cuartel cada vez que sonaba la sirena, ¿a hacer qué? Nada, “solo a mirar a esos locos”, como los llamaba él, que dejaban todo para ir a ayudar a alguien, sin esperar nada a cambio.

Su única felicidad era ayudarlos a lavar el camión cuando volvían, ya que con su corta edad no podía ingresar aún como cadete.

El tiempo pasó, Alan cumplió 15 años y por fin abrieron la Escuela de Cadetes, era la oportunidad de formar parte, lo que de chico soñaba, estar dentro de verdad, y así fue: pudo entrar y convertirse en lo que es hoy, un Bombero Voluntario.

“Hoy 11 años después, puedo decir que estoy orgulloso de ser parte de este hermoso grupo de personas, y de esta Institución”, dice.

Lamberti asegura que “ser Bombero me hizo conocer grandes personas, y grandes amigos, infinidad de lugares, e infinidad de historias y momentos vividos…

Ser Bombero, me hizo entender la importancia que tiene la vida, me hizo amarla.

En nuestro diálogo con Alan también nos contó que “tenemos un grupo hermoso de compañeros, que más que compañeros son amigos y hasta una familia, porque el cuartel es nuestra segunda casa y nuestros compañeros son nuestra segunda familia. Tiramos todos para el mismo lado, siempre estamos dispuestos para ayudar a quien sea y a quien lo necesite sin pedir nada a cambio y sin tener ningún tipo de beneficio, solamente por vocación”.

FELICITACIONES EN NOMBRE DE TODA LA SOCIEDAD.